8/12/14

Zapatos, zapatitos

     Los zapatos es un tema de mis hijas que me preocupa bastante. Y es que llega septiembre y siempre tengo la misma batalla con su papa y conmigo misma. ¿Nos gastamos menos dinero en unos más baratos o nos gastamos un poco más y elegimos unos mejores?


     Como todos los años claudico, sin acordarme de que el año anterior pasó lo mismo. Le compramos dos pares de tenis a cada una, pensando que como tienen refuerzo en la puntera aguantaran más. A las madres se nos debería implantar un chip en la cabeza para que no olvidemos ciertas cosas.


     A las dos semanas de llevarlos puestos, tanto mi hija de dos años como la de cuatro los han destrozado. La puntera está completamente abierta, e incluso la suela despegada.

   
     Estos en concreto no son los más estropeados.




     Y yo me pregunto, ¿Es que mis hijas andan de puntillas? ¿Arrastran los pies de puntillas por todo el cemento del patio del colegio? Resignada, le pongo el segundo par de tenis que habíamos elegido.

     La pequeña aún aguanta, pero mi hija de cuatro años tiene un monstruo en su patio que se come las punteras de los zapatos. No encuentro otra explicación plausible.


     Ahora sí, ahora sí voy a la zapatería y me gasto un poquito más en sus tenis, y de paso le compro a la pequeña unos zapatos, también, un poquito más caros.


     El otro día quedamos con unos amigos para comer, y como era sábado decidí poner vestidos a mis niñas, vestirlas de guapas como se suele decir, estrenando. Y salimos de la rutina del chándal, leggings o vaqueros. Las dos iguales con sus zapatos y vestidos a juego. Lo que yo no me iba a imaginar es lo que haríamos después.


     Hace poco han abierto en mi ciudad un parque muy grande con columpios nuevos para los niños. Nosotros no habíamos ido todavía por la afluencia de público. Pero ese día, mis amigos dijeron de ir y todos estuvimos de acuerdo.


     Cuando llegamos nos dimos cuenta de que la mayoría del suelo que habían puesto era de piedras y tierra, con lo que mis hijas iban con sus vestidos nuevos y sus zapatos sin estrenar por ese suelo, arrastrando las punteras y tirándose por el suelo.


     Y es que nosotros somos de esos malos padres que dejan a sus hijas que se tiren por el suelo y se manchen lo que se tengan que manchar, a pesar de los resfriados y los miles de virus que puedan coger.


     Aunque en lo único que yo pensaba, mientras las veía disfrutar como enanas, era en el precio de los zapatos.


     En fin, salimos todos de allí sanos y salvos, más blancos que otra cosa, con polvo hasta en las cejas, pero eso si, los zapatos intactos. Con lo que tengo claro, el año que viene me gasto lo que me tenga que gastar la primera vez, porque merece la pena.

4 comentarios:

  1. Jejejejeje, yo también he sido de esas malas madres que deja que sus hijos se manchen lleven la ropa que lleven.
    Yo siempre he sido de invertir en calzado porque compensa.
    Mis hijos llevaron uniforma hasta 4º de ESO así que a principios de curso les compraba unos zapatos escolares clásicos aunque con algún detalle modernito, pero bueno. Con decirte que van a la facultad y el otro día le regalé a mi hermana los del último año de mi hija porque necesitaba para trabajar unos así y estos estaban nuevos.
    Y el monstruo del patio vive en todos los colegios porque yo o me lo explico, los tenis da igual que sean más caros o menos, las punteras siempre quedan de pena,jejeje. Un besito.

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    1. Compensa mucho gastarse un poquito más en los zapatos, porque sino, es que en una semana me quedo sin tenis. Y es verdad que al final me gasto mucho más. Un besillo.

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  2. Te he dejado un buen comentario y no lo veo, luego me vuelvo a pasar. Un besín.

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