21/1/15

Loca, loca, loca,...



       La luna guiaba mis pasos. No veía nada, sólo  andaba, andaba ese camino ya conocido. Ese camino hecho una y mil veces. Las nubes taparon mi única guía, y me paré en seco. Mi mano en mi bolsillo, acariciando mi plan, saboreando mi momento. Recordé aquel instante, un mensaje en el teléfono. "Te espero a las 10". No era para mí, pero lo vi. Lo tuve en mi retina durante demasiado tiempo.


     Mi imaginación voló, voló como volaban mis manos en los pantalones, en los cajones, en los armarios, en las chaquetas, en cualquier sitio. Un número de teléfono sin nombre. Una sola frase. Ninguna explicación.


     - Tienes un mensaje. 


     - Ahora lo miro.


     - ¿Quién es?


     - Roberto, para quedar a jugar al fútbol.


     Rabia, intriga, celos, celos y más celos. Búsqueda, búsqueda de recuerdos, caza de alguna pista que me llevara a lo que solo veía en mi cabeza. Sola en casa y la casa patas arriba, todo tirado por todos sitios, y nada, nada de nada. Pero sabía que tenía que haber algo más. Algo que me ayudara. La impotencia me arrancaba lágrimas que me limpiaba la rabia. Y como una leona enjaulada daba bandazos de un lado a otro sin objetivo alguno.


      En medio de aquel sinsentido recordé un artículo donde decía que una de las cosas que más buscaba la gente en Google era como esconder un cuerpo. Y grito en medio de mi locura. Decido seguirlo, a las 10, te espero a las 10. ¿Dónde? A las 10. Un nuevo significado a esa hora. Las 10. De lejos lo veo día a día, a las 10, nada nuevo, todo igual. A las 10. Y mi locura me hace errática, distante, monosilábica. 


     - ¿Qué te pasa?


    Cansancio, la regla, un día malo, que se yo. Lo que sea. Pero no, la verdad es que lo que me pasa eres tu. Ningún mensaje más, ninguna llamada extraña. Nada. Solo ese mensaje solitario.


      Y yo ahí, plantada en mitad de la calle, mirando al cielo, esperando a que mi guía echara a las nubes de una vez y volviera conmigo. La claridad me hizo volver. Y seguí andando. A mi casa, era en mi casa, era de noche, a las 10, cuando yo no estaba. Era allí y ahora. Seguí acariciando mi bolsillo mientras andaba con la mirada perdida. Segura de lo que iba a ver, de lo que me iba a encontrar.


     Abrí la puerta despacio, ni yo me escuchaba, oscuridad, oscuridad y silencio. Nada, no había nada. Respiré hondo y saqué la pistola del bolsillo. No sé cuanto tiempo estuve allí parada, oyendo el silencio, escuchando algo que me llevara a la realidad. Nada. Entré en mi cuarto con un empujón y empecé a disparar. Cuando abrí los ojos y encendí la luz descubrí la realidad, la nada más absoluta. No había nadie, y lloré, lloré como nunca lo había hecho. Lloré por mí, por ti, lloré porque me había vuelto loca, loca, loca, loca,...



8 comentarios:

  1. Hola escritora mama, peligro el de tu pesonaje con esa licencia para matar. Bien contado, como bien dicen los grandes escritores, muestramelo, no me lo cuentes, de perdida nada . Tienes talento innato para contar cuentos. La prueba de fuego de un escritor, no se cuanto tiempo llevas en esto. Igual eres u na delos grandes y ni lo se. Te sigo a traves de tu perfil de Google y del blog

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Jonh Madison. Me alegro de que te guste. Con respecto a cuanto llevo en esto, desde que recuerdo tengo un lápiz en la mano, aunque públicamente acabo de tirarme a la piscina. Espero seguir gustando haciendo lo que es mi pasión. Muchas gracias por seguirme y por tu comentario.

      Eliminar
  2. Increible, muy bueno, por favor, sigue la historia de esta mujer.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias barbudo pinchón. No sé si esta historia tendrá un final, pero prometo buscar un poco más de la vida de esta loca.

      Eliminar
  3. Muy bueno hasta el momento. Iré a leer la segunda parte de la historia...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te guste, a ver la segunda parte... Un saludo.

      Eliminar
  4. Qué peligrosos son los celos. Nos confunden, nos destruyen, nos enajenan y puede que hasta nos conviertan en asesinos. Estupendo relato, María, me muero por saber más :)

    Un besillo y feliz domingo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, con los celos hay que tener cuidado. La segunda parte está escrita. La puedes leer en mi blog. Un besillo Julia.

      Eliminar

Deja tu huella. Me encantaría leerla.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.