Allí sentado, esperaba
a que alguien se le acercara para firmar su libro. La gente pasaba y lo miraba
de reojo. Mientras, él hacia garabatos en un papel y haciendo como que no le concernía.
A nadie le
importaba ya que hubieras viajado al espacio, ya dijo que era una tontería
escribir aquel libro, pero querían volver a promocionar los viajes al espacio.
Los viajes comerciales no eran suficiente, el supuesto Gran Hermano que se iba
a realizar en Marte, no era suficiente. Necesitaban más publicidad. Y que mejor
forma de hacerla que un libro de un astronauta que había salido al espacio.
Aquello era un
fiasco, y él estaba perdiendo su valioso tiempo de estar con sus nietos por esa
dichosa gira para promocionar ese libro que nada le gustaba.
- Perdone. - Una voz
de niña le despertó de su letargo.
- Hola preciosa.
Dile a tu mama que los baños están en la planta de arriba. – Ya le habían
confundido bastantes veces con el punto de información del centro comercial.
Los padres no se atrevían a acercarse, así que mandaban a los niños.
- No busco el
baño.
- Entonces ¿Qué
quieres? - Casi le espetó de lo aburrido que estaba, aunque se arrepintió de
momento. La niña le recordó a su nieto, tendrían más o menos la misma edad. –
Perdona bonita, dime lo que quieres. Gustoso te informaré. – Le dijo en un tono
más amable.
- ¿Ha estudiado
usted mucho?
- ¿Cómo dices?
- ¿Qué si ha
estudiado usted mucho? – La niña le gritó acercándole la cara, pensando que aquel
hombre estaba sordo.
- Pues sí, un
poquito he estudiado. ¿Por qué me lo preguntas? – El astronauta estaba
empezando a sentir curiosidad por aquella niña.
- Debe de ser
usted un hombre muy inteligente.
- ¿Ah sí? Pues no
lo sé, nunca lo había pensado. ¿Cómo has deducido eso?
- Porque usted es
astronauta, hay que estudiar mucho para serlo. Y además ha escrito un libro. Es
usted muy inteligente, porque ha contado su historia para que nadie se pierda lo
que usted ha visto. Muy poca gente puede ver la Tierra desde fuera. Y usted nos
ha hecho el favor a todos los demás de enseñarnos algo que no podemos ver.
Además pienso que es muy valiente y muy generoso.
Conforme la
niña hablaba él se sentía cada vez más seguro de sí mismo. La incertidumbre, el
aburrimiento, la desidia, estaban dando paso al orgullo.
-Muchas gracias pequeña,
me alegro de que pienses así. No todo el mundo piensa como tú.
- ¿Ah no? Qué
raro. A lo mejor no se lo dicen porque les da vergüenza. Algún día, todos
podremos viajar al espacio y comer en la Luna y cenar en Marte, y todo será
gracias a hombres como usted que fueron valientes para viajar los primeros. ¿Le
puedo comprar un libro?
- Yo no los
vendo, cielo, pero puedes comprarlo dentro del centro comercial. ¿Te puedo
hacer una pregunta?
- Sí.
- ¿Qué quieres
ser de mayor?
- De mayor
quiero ser médico, como mi papa, yo no soy tan valiente como usted. No quiero
dejar a mi familia mucho tiempo.
El astronauta se
limpió la lágrima que empezaba a asomarle.
- Toma preciosa,
te regalo uno de mis libros que tengo aquí. No se lo digas a nadie. – Le guiñó
un ojo.
La niña se
acercó corriendo a su madre con la ilusión pintada en la cara. Abrió el libro por
la primera página y leyó:
Para la niña más valiente que he
conocido. Serás lo que quieras ser.
Un relato emotivo, María, que nos narra una bella situación en la que la visión no tan ingenua de una niña, le devuelve la ilusión a un hombre deprimido. Solo los niños son tan valientes y dicen verdades como puños... a veces.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, solo un niño te dice la verdad a la cara, también es verdad que ellos no sufren las mismas consecuencias que los adultos al decirlas. Un abrazo Ricardo.
EliminarMuy emotivo. Me ha gustado la fuerza que nos puede imprimir un niño en nuestro mundo de adultos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. A veces los niños ven cosas con mucha más claridad de la que nos falta a los adultos. Un abrazo.
EliminarSaludos María, muy bonito relato, con un hermoso mensaje y qué bueno el ejemplo que la niña le dio al astronauta y el que él le dio a ella. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarMuchas gracias Mery. A veces los niños nos dan lecciones de vida. Un besillo.
EliminarMuy dulce María. Qué niña tan tierna, será una gran astronauta quizá. Oooohhh! Me gustó mucho. Un besazo
ResponderEliminarEs posible que a lo mejor la niña se decante ahora por ser astonauta en vez de médico,quién sabe...
EliminarMuy muy muy tierno. Y muy bien narrado. Y la niña, para comérsela...a besos ; )
ResponderEliminarUn abrazo, María. : )
Como dirían algunos padres, que pena no habérsela comido. Uppsss. Muchas gracias Pedro. Un abrazo.
EliminarWooow, encantador relato María, esa niña existe de verdad, le das tanta vida y profundidad que me ha conmovido tanto como al viejo astronauta. Una narración sublime, de corazón. Una maravillosa delicia de lectura.
ResponderEliminar¡Abrazos mamá escritora!
Ayyyy que bonitas palabras me dedicas. Muchas gracias compi, de corazón.
EliminarA los niños les cuesta entender que por un viaje se deje a la familia. Los niños no se alejarían de sus papás para ir a ningún lugar desconocido (mientras son peques)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la historia María. Besitos
Sí la verdad es que para ellos es importante estar cerca de sus padres. Un besillo guapa.
EliminarTierno es la palabra que define mejor tu relato para mi María. La ternura de la niña, su curiosidad. Y las palabras finales no podían ser mas ciertas. Esa niña sera todo lo que quiera ser.
ResponderEliminarUn saludo ;)
Claro que si, todos los niños tienen el derecho de ser lo que quieran ser. Muchas gracias por tus palabras Agustin. Un besillo.
EliminarGuau, cuanta ternura! Me ha encantado la inocencia y lógica de la niña y la forma que haces ir el sentimiento del astronauta depre. Precioso. Un abrazo guapa y feliz fin de semana.
ResponderEliminarMuchas gracias Laura, me alegro poder haber transimitido esa ternura y la inocencia de la niña. Es difícil cuando dejaste la niñez atrás hace mucho tiempo. Un besillo.
EliminarPrecioso y emocionante relato, ahora soy yo la que tiene una lagrimilla queriendo salir a conocer mundo!! Con razón dicen que la mirada de los niños está limpia...
ResponderEliminarMe encantó, María!!
Un besillo de sábado.
Ayyy que bonito. Muchas gracias Julia por tus palabras, me han emocionado. Saber que emocionas a la gente es un gran placer. Un besillo.
EliminarUn relato muy tierno. El final es conmovedor, me hiciste sentir lo mismo que el astronauta. Muy bueno, María.
ResponderEliminarAbrazo grande!
Me encanta que lso lectores de mis relatos empaticeis con mis personajes. Creo que es buena señal. Un abrazo Federico.
EliminarMe he emosionado mucho leyéndolo!! Terrible cosa es enfrentarse a un niño en duelo de verdades y sinceridades!! Felicidades! Es un relato fabuloso!! Saludos María!!
ResponderEliminarSi, a veces hay que tener cuidado con las verdades de los niños, ellos nunca mienten. Me alegro haberte emocionado. Un abrazo.
EliminarEmocionante Maria, un relato con un fondo sensible que llega al lector. Me gustó, un saludo!!
ResponderEliminarMuchas gracias Sonia. Me alegro que te haya llegado, no es fácil llegar a los lectores. Es un gran halago. Un besillo.
Eliminar¡¡Precioso!!
ResponderEliminarMuy, muy bello, dulce tierno y con un mensaje encantador.
Felicidades.
Un gran abrazo.
Muchas gracias Lucía. La ternura es algo que va acompañada a los niños. Me alegro haberla transmitido. Un besillo.
EliminarMe ha encantado... emocionado, transmitido ternura.. una delicia este relato, María.
ResponderEliminarGracias.
Te sonrío con el Alma.
Muchas gracias. Me encanta causarte esas sensaciones. Un besillo.
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