Llevaba todo el
fin de semana encerrada en su pequeño apartamento sin dejar de llorar. Había
visto infinitas películas americanas donde el helado era el mejor remedio
contra el mal de amores. Así que antes de encerrarse, el viernes pasó por el
supermercado y compró toda clase de variedad de tarrinas, de mil sabores, con
nubes, de menta, de fresa, excepto el chocolate, a ella no le gustaba. No pensaba salir hasta
el lunes que tuviera que volver al infierno de nuevo.
Sí, a su
infierno particular. Se había pasado la semana viendo a Gabi tonteando con
Isabel, iba a su cubículo, que estaba junto al suyo, con cualquier excusa. Y ahí, ella en su silla, él apoyado en la
esquina de su mesa, se ponían a reír juntos. Él aprovechaba cualquier momento
para ponerle una mano en el brazo, y ella, zalamera, se retorcía mechones de
pelo en sus dedos mientras le sonreía.
Se estaba
volviendo loca, el jueves ya no podía soportarlo más y empezó a ir al baño cada
vez que Gabi se acercaba. Parecía que tuviera incontinencia urinaria. El
viernes, enfrascada en una conversación de teléfono difícil, no se dio cuenta
de que él había vuelto a su sitio favorito. Oía como quedaban para salir el
sábado mientras al otro lado del teléfono le gritaban. Colgó. Sabía que
volverían a llamar, pero esta vez sería su jefa para echarle la bronca.
A las tres
salió corriendo de la oficina sin despedirse de nadie. Compró su cargamento de
helado y se fue hacía su casa. Cerró la puerta y entonces fue cuando se
concedió la licencia para llorar. Encendió la radio, todo lo fuerte que sus
oídos podían aguantar. El móvil se quedó en el bolso. El lunes se daría cuenta
de que lo llevaría apagado y sin batería al trabajo.
El sábado se
levantó con dolor de cabeza. Pero eso no le impidió seguir llorando, se
permitió el lujo de no ducharse, de dejarse el pijama puesto. Así que se sentó
en su sofá y empezó con su maratón de películas para la ocasión: The Holidays,
Love Actually, Bridges Jones, La boda de mi novia, Pretty Woman, Notting Hill y
alguna más que no sabía ni el nombre. Todas con finales felices.
La noche del
domingo estaba con un pijama lleno de manchas de helado de distintos colores,
con una sobredosis azucarada de comedias románticas, y eso no le había hecho
sentirse mejor. Se volvió a poner The Holidays, la protagonista estaba en medio
de todos sus compañeros, mientras el protagonista anunciaba el compromiso con
el bellezón de la oficina.
Apagó la
tele, se quedó pensando mientras miraba
la pantalla negra. Se acercó al espejo de su cuarto y vio reflejada en él un
ser empequeñecido, con los pelos revueltos y los ojos rojos. Decidió no ser esa
persona. Decidió ser dueña de su propia vida.
Se acostó como
estaba. Aún eran las nueve, pero sabía que se dormiría. Se levantaría temprano,
se ducharía, se pintaría, y tomaría las riendas de su propia vida.
Llegó a la
oficina cinco minutos tarde. Cuando sabía que Gabi ya estaría allí. Se había
puesto su traje con faldas de tubo y una raja por detrás. Un traje que le daba
fortaleza. Sus tacones avanzaban con seguridad.
Directa a su objetivo, se acercó a él, lo levantó de la corbata, lo pegó
a su cuerpo y le plantó un beso, de esos de película. Es mejor quemarse que apagarse lentamente.
Él le devolvió el
beso.
- Nena, cuanto
tiempo llevaba esperando esto.
Una delicia después del finde, me ha encantado.
ResponderEliminarMuchas gracias Julian. Es bueno coger la vida por las riendas. Un abrazo.
EliminarOhhhh qué chulo el relato, María!! Me encantan las mujeres que después de tener una contrariedad se permiten unos días de autocompasión y después salen a comerse el mundo!! Creo que es la única forma de salir adelante y espero que a tu prota le vaya muy bien con su chico. Eso sí,que deje de tontear con las otras o verá lo que es bueno jajajaja. Me ha encantado!!
ResponderEliminarUn besillo de miércoles, Compi!! :)
Creo que lo de tontear con otras es más bien para darle celillos, pero sí, eso debe acabar. Un besillo guapa.
EliminarGenial, María, me ha encantado. Así se hacen las cosas, tomando al toro por los cuernos. jajajaja (que frase más mala) A quemarse entera se ha dicho!!! Besillos guapa, eres ganial!
ResponderEliminar¡¡A quemarse entera!! Gracias Mercedes. Un besillo.
EliminarUn relato muy completo, con caída emocional, media depre y el suficiente coraje como para levantarse y plantarle un beso en todo los morros, así se hace, jajaja. Muy bueno, me he divertido leyéndolo. Muchas suerte en el juego. Besos y feliz tarde.
ResponderEliminarMuchas gracias Laura. A veces te hace falta caer para levantarte. Un besillo.
EliminarComprobado, el helado quita las penas y nos saca el coraje. Arriesgarse, vale la pena y como dice +Mercedes Gil, A quemarse se ha dicho!!! Abrazos
ResponderEliminarEntonces a comprar helado ¡Qué está riquísimo! Un besillo.
Eliminar¡Adoro esos momentos de "pantalla en negro"! En los que dices... "Pero... ¡Qué leches! ¿Qué toy haciendo? ¡Eres mega genial! ¡Cómete el Mundo!" ;P Creo que esos momentos te cambian, son como un estallido de Luz en medio de la Oscuridad... ¡Fuegos Artificiales que te salen de dentro! ^^
ResponderEliminar¡Muy chuli!
¡Besines María! ;)
Siiii, son los mejores momentos. En esos en los que te das cuenta de que eres más de lo que en realidad te sientes. Muchas gracias Campanilla. Un besillo.
EliminarMuy buen relato. Me ha encantado el final, en un momento u otro de nuestra vida, todos hemos sido Gabi esperando a tu protagonista.
ResponderEliminarUn saludo
Jajaja, eso si que no me lo esperaba. Pero vamos que cuando queremos algo deberiamos ir a por ello sin miramientos. Un abrazo.
Eliminar"Of course" Maria.
EliminarSin duda alguna.
Un saludo
Estupendo, cuantos más seamos, mejor irá el mundo. Un abrazo.
EliminarQué complicado es a veces el amor. O mejor dicho, cómo se complican la vida amorosa alguno/as.
ResponderEliminarMe ha encantado la historia, pero sobre todo cómo la has contado.
Saludos.
Muchas gracias Josep. Sí, hay gente que no sabe como actuar. A veces el miedo nos paraliza. Un abrazo.
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