Aquella mañana me levanté sin dolor de cabeza. Esa era de
las pocas mañanas que esto sucedía. Yo vivía en un martilleo constante. La
primera vez que fui al neurólogo y me pregunto por mi malestar, mi contestación
fue: “todos los días tengo dolores de cabeza normales, y algunos días ya me
vienen los fuertes”. Mi médico me miró y me dijo que los dolores de cabeza
normales no existían. Allí fue donde me enteré que lo que a mí me pasaba no era normal, que no todo el
mundo sufría constantemente un latido intenso que le taladraba el cerebro.
Pero esa mañana extrañamente me había levantado normal,
fresca como una lechuga, sin pesadez en el cuerpo, incluso no me había costado
levantarme de la cama. Me di una ducha, larga, aprovechando mi nueva situación
y me puse a pensar en el día anterior.
Había estado hablando con mi prima, que le habían
contado, que la sobrina de la vecina de su cuñada tenía unas migrañas
horrorosas, no podía ni salir de la habitación cuando le daban. La pobre niña
con la corta edad de diez años, ya pasaba por ese tormento. Yo no me lo quería
ni imaginar. Así que ya hartos de probarlo todo, se la llevaron a una sanadora
que se dedica a quitar el mal de ojo y todas esas cosas, de las que yo no creo
nada. Me parecen todos unos charlatanes que se dedican a sacarle el dinero a
los incautos. Mientras mi prima me lo estaba contando, yo no podía creérmelo,
padres abogados, de carrera, llevando a su hija a una curandera para que le
quitara los dolores de cabeza. “Otros crédulos, cuanta incultura hay en este
país”.
Mi prima me juraba que en cuanto habían llevado a la niña
a la curandera, los dolores de cabeza habían desaparecido, la niña jugaba y
hacía vida normal como cualquier niño de la calle, y los padres habían vuelto a
vivir de ver a su hija tan feliz.
Yo, asentada en mi escepticismo, le dije a mi prima que
la magia no existe, que la gente se aprovecha de las desgracias ajenas para
quitarles el dinero, y que no entendía como ella, una persona que había
viajado, que había estudiado, que había visto tantas cosas, podía creerse algo
de esa extraña brujería que quitaba los
dolores de cabeza cuando ni siquiera un neurólogo, ni un médico pueden
erradicarlos del todo.
Su contestación fue muy simple: “Por eso que he visto de
todo, no pierdes nada porque te vea. Es solo una tarde y te vas.”
Le dije que se olvidara de mí, que utilizara a otra de
conejillo de indias, y seguí con mi vida. Pero mi prima no se daba por
satisfecha, habló con todos los miembros de la familia, no dejó a ninguno sin
conocer la magnífica historia de esa niña curada por la brujería. Y después
todos me llamaban o me mandaban mensajes para que lo intentara. Hasta que un
día, uno de esos días de persianas echadas, móviles desconectados, mantas hasta
la cabeza y una palangana al lado de la cama para mis vómitos, mi madre entró
en mi casa, ella tenía una llave por cosas como estas. Cuando yo no contestaba,
ella se pasaba para ver cómo estaba. Se acercó a mi cama, se sentó a mi lado y
me acarició el pelo como siempre hacía, como solo una madre te consuela. Se me
acercó al oído y me dijo: “Mira como estas cielo, intenta lo de la brujería,
hazlo por mí, déjame ver como mi única hija vive sana y feliz.” Yo ni me moví,
no podía.
Al día siguiente me levanté un poco mejor y mi prima se
presentó con mi madre para ir a ver a la famosa sanadora, yo me deje llevar,
con mi resaca de dolor de cabeza como las llamo, y el montón de medicación que
llevaba en el cuerpo, iba medio sonámbula. Las dos se aprovecharon de mi
situación.
Lo que pasó aquella tarde lo tengo medio borroso,
entramos a una casa que era normal, no tenía plantas por todos sitios, ni
atrapa sueños, ni cosas de ese estilo como me había imaginado en mi cabeza que
sería la casa de una sanadora. Nos llevó a una salita de estar donde había
varios sillones y un diván. Unas cuantas estanterías adornaban la pared, llenas
de libros unos encima de otros, intenté leer algún título, pero entre lo mal
que yo iba y que la sanadora me hizo echarme en el diván, solo pude vislumbrar
“Cien años de soledad”. Me dio una perspectiva distinta de aquella mujer. Si
sabes los libros que lee una persona, puedes saber qué tipo de persona es.
Estuvo un rato haciéndome preguntas, yo las contestaba
automáticamente, casi sin pensarlas, el zumbido de mi cabeza tampoco me daba
tregua. Una vez terminó se me quedó mirando muy seria. Mi prima y mi madre que
se habían sentado en unos sillones más alejados no habían abierto la boca en
todo el rato que estuvimos allí. Y seguían calladas, examinando nuestro
espectáculo.
Yo las miré de soslayo, y de repente la sanadora comenzó
a hablar de nuevo:
- Lo que vamos a hacer aquí tiene un alto precio.
Yo pensé: “ya empezamos, ahora es cuando me va a clavar.”
- No es nada de lo que estás pensando, no te voy a pedir
dinero. Esto lo hago porque tengo un don, y quiero ver a la gente sana. Pero
todo acto tiene su consecuencia. La naturaleza te pedirá algo, puede que no sea
hoy, ni mañana, pero te lo pedirá. ¿Estas segura de querer pagar el precio?
- ¿no me pedirá mi primer hijo o algo así? – Dije medio
en broma, medio en serio, la cara de aquella mujer me asustaba, lo decía tan
seria que todo parecía real.
- No es ese tipo de precio.
Le dije que sí, que aceptaba cualquier precio si aquella
sensación y aquel dolor se me quitaba para siempre. De lo que pasó después casi
ni me acuerdo, tengo momentos borrosos en mi cabeza, pero nada claro. Ni
siquiera recuerdo el camino de vuelta a casa. Lo primero que recuerdo con
claridad es como mi madre me metía en la cama y me tapaba con la colcha.
Hasta esa mañana, que era otra mujer, que no tenía ni la
sombra de lo que fue un dolor normal de cabeza. Así que me duche cantando,
desayune cantando y me senté delante de mi ordenador a trabajar. Soy escritora,
mi editorial ya me estaba pidiendo el siguiente libro, y los dolores de cabeza
no me dejaban escribir en condiciones. Y ahí estoy, escribiendo, mientras miro el
teclado, como siempre, jamás pude aprender mecanografía. Cuando ya llevo un
rato miro la pantalla, y lo que veo me sorprende. La pantalla está llena de rayitas
rojas y azules, todo está escrito con faltas de ortografía, no hay ni una sola
palabra, ni una sola frase que no se salve. Intento corregirlo, pero nada. Se
me viene a la cabeza una frase “tendrás que pagar un precio”. ¿Este es mi
precio? Cojo un bolígrafo y un folio y escribo, nada, no consigo escribir bien,
sé cómo se escribe pero mis manos no me responden como yo quisiera.
Empiezo a desesperarme, no lo consigo, utilizo el gizmo
5, un programa que me instalé en mi ordenador para que escribiera lo que yo
hablaba. ¡Sigue escribiendo mal! ¿Cómo es posible? Vivo de las letras, no puedo dejar de escribir.
Han pasado dos años desde que fui a la sanadora. Después
de descubrir el precio de mis migrañas fui a hablar con ella, quería que me las
devolviera. Me dijo que no podía. Mi mundo se vino abajo, no podía volver a
escribir libros, era mi modo de vida. Así que me refugie en casa de mi madre,
vendí mi casa, apenas salía, me pasaba las horas delante del televisor viendo
telenovelas una detrás de otra. No usaba el ordenador, no cogía un bolígrafo,
ni siquiera tenía móvil.
Ayer salí por primera vez a dar un paseo, el viento
soplaba fuerte, y la brisa del mar me golpeaba en la cara, sentía todo aquello
sin un triste dolor de cabeza, nada, ni una leve molestia.
Ya no escribía libros, pero los imaginaba. El título de
mi nuevo betseller me llegó con un soplo de aire: “DOLOR DE CABEZA, BRUJERÍA Y
OTRAS FALTAS DE ORTOGRAFÍA”. Sonreí.
¿Acaso empezaba a vivir de nuevo?
Un relato extraordinario, de lo mejor que he leído de ti hasta ahora. Una trama brillantemente urdida y construida. Magnífico, María. Apasionante y de final sorprendente.
ResponderEliminarAbrazo, Compi.
Me alegra que te haya gustado tanto el relato. Es de lo más largo que he publicado por aquí. Así que eso me ayuda a explallarme y recrearme más en todo. Muchas gracias Compi. Un besillo.
EliminarMuy buena historia María. Excelente desenlace, es más me llevaste para un lado durante el relato y terminamos en otro. Me gustó mucho.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Beso.
Muchas gracias Ricardo. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarJeje, buenísimo María! Aunque no sé yo si prefiero quedarme con los dolores de cabeza eh...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besitos.
Un precio demasiado alto para quitarte los dolores de cabeza. Sin dudarlo, me quedo con ellos. Besillos.
EliminarMe ha gustado mucho este relato María, una gran historia que me ha enganchado desde un principio, muy original y mejor escrita.
ResponderEliminarUn gran relato que he leído con mucho placer, he disfrutado con la lectura.
Un saludo y una :)
Muchas gracias Benjamín, es un placer engancharte. Un abrazo.
EliminarHe oído otras historias similares, tal vez tengan visos de verdad...
ResponderEliminarPero es realmente un precio muy alto a pagar, perder algo de una misma así.
Besos
Hola, soy Dora Sandy Soy la persona más feliz de la faz de la tierra, después de 6 meses de tristeza y tristeza sin estar con la persona que amo, hice todo lo posible para asegurarme de hacer feliz a mi amante, pero nunca parece funcionar bien, era como si estuviera haciendo todo en vano, pero todo gracias al Dr. Marko por venir a cambiar todas mis preocupaciones y tristezas a Joy. Conocí al gran hombre cuando leí algunos testimonios maravillosos sobre el Dr. Marko sobre cómo ha ayudado a muchas personas en sus problemas de relación. Estaba leyendo una revista cuando vi grandes testimonios, y mi situación, entonces decidí no perder el tiempo porque no Extrañé tanto a mi amante que decidí contactarlo y compartirle todos mis problemas con él, y me dijo que no me preocupara porque me estaba asegurando que en 48 horas todo estaría resuelto. Le creí mucho al Dr. Marko por cómo ha estado ayudando a muchas personas, mi novio que me dejó para siempre respondió de repente mi mensaje de texto y devolvió mis llamadas y me pidió que lo perdonara, estaba tan feliz, estoy tan agradecido con el Dr. Marko por lo que ha hecho por mí y prometo testificar su bondad. toda mi vida Si está pasando el mismo problema o cualquier tipo de problema, póngase en contacto con este gran hombre en su dirección de correo electrónico: templeofsuccessandlove@gmail.com
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