Este es un nuevo proyecto en el que me he embarcado con varios escritores de Relatos Extraordinarios y El Círculo de Escritores. Sí quieres leer el comienzo y seguir la novela pincha aquí.
Capítulo III. Nuevas pesquisas.
Agarró
las rejas que separaba a ambos y ya con los nervios fuera de sí iba a gritar a
aquella ama de llaves prepotente. Pero algo lo contuvo. Margaret Níspel miraba
fijamente su mano. El instinto le hizo mirarla también. No sabía que le causaba
tanto interés, y allí estaba su anillo. Llevaba tanto tiempo con él puesto que
ya no se daba cuenta de que seguía en su mano. Era un apéndice más.
El
rostro de la mujer se suavizó, una sonrisa se dibujó en su cara, una sonrisa
que le erizó la piel al detective y que hizo que bajara rápidamente sus manos.
- Señor…
- Soy
el detective Peter Mongabay.
- Yo no
puedo abrir esta puerta a nadie del exterior sin el permiso de los inquilinos
de la casa. Lo siento mucho. – La voz de la mujer se había dulcificado.
- ¿Y quiénes
son los inquilinos de esta casa?
- Para
ser usted detective está muy mal informado. La firma de abogados Sullivan &
Cromwell es quien gestiona este lugar. Todos los años celebran el fin de año en
la mansión invitando a lo más alto de la sociedad de New Orleans. El dinero no
es infinito, y es una forma de recaudar.
- ¿Y quiénes
son los dueños de la casa?
- Sí
quiere más información de la casa, tendrá que ir al bufete de abogados. Yo no
puedo ayudarle más.
El
detective musitó unas gracias un poco más tranquilo y se dio la vuelta.
-
¡Señor Mongabay!
El
detective se giró mirando a una mujer que dudaba si confesar o no. Estaba
acostumbrado a esos momentos. Así que decidió darle un pequeño empujón.
- Solo
quiero encontrar al señor Williams. Estoy seguro de que algo le ha pasado.
Sus
palabras hicieron efecto en el ama de llaves.
-
Vigile a la señora Williams, no todo es lo que parece. Samuel es un hombre
bueno que ha vivido una tortura.
Mongabay
estuvo tentado de preguntar por su anillo. La única herencia de su abuelo
siempre le había descolocado un poco. Nunca había visto ese anillo hasta que se
lo entregaron tras su muerte. Pero decidió esperar. Sabía que esa no era la
única vez que vería a Margaret Níspel.
Volvió
a su oficina. Hubiera querido pararse a investigar en la Comunidad St. Mare que
rodeaba la mansión, pero tenía que poner en orden toda la información, y quería
saber más de la mujer que lo había contratado.
Ya en
su despacho y sentado en su sillón escuchaba por la radio la noticia que
invadía las calles. La caza de brujas había llegado hasta la General Electric.
Habían despedido a un gran número de sus empleados por sospecha de estar
afiliados al Partido Comunista.
La
apagó para poder escuchar una de sus voces favoritas. Cogió el disco de Ella y
dejó que Angel Eyes girará en su
tocadiscos. Con una copa de Bourbon en una mano y un cigarrillo en la otra oía la
voz aterciopelada que lo desconectaba del mundo. Pero la cabeza no paraba de
darle vueltas alrededor del caso, con lo que cogió su libreta y revisó lo que
hasta ahora había descubierto. Poca cosa. Unas cuantas notas sin ninguna
conexión.
Tendría
que ir al bufete de abogados. Ser un invitado a la fiesta de fin de año le
ayudaría a descubrir muchas más cosas sobre aquella Mansión, que parecía
esconder secretos en cada rincón.
Una
idea se le cruzó por la cabeza, él acompañado de una pelirroja del brazo con un
vestido de noche negro que realzara su figura. Sería la envidia de la alta sociedad
de New Orleans. Enseguida olvidó la idea en un trago de bourbon. Estaba buscando
a su marido.
Ya era tarde
para hacer las llamadas que tenía pendientes. En otro momento lo habría hecho
su secretaria. La pequeña Nancy Bonet había sido muy eficiente en su buena
época. Habían comenzado juntos hasta que empezaron a escasear los casos.
Tenía
que reconocer que había aguantado demasiado, pero necesitaba cobrar, y él ya no
tenía dinero que darle, así que se fue. Ahora estaba tentado de volverla a
llamar, pero no sabía hasta donde podía durar la buena racha.
Por la
mañana temprano él llamaría al bufete de abogados y a la misteriosa Elisabeth
Williams. Tenía que aclarar un par de cosas con aquella mujer.
Parece que he sido el primer esta vez jaja. Pues, tal y como dije por el otro sitio, me ha gustado, has logrado añadir ese toque histórico por la referencia a la radio y lo que estaba pasando, por lo que eso denota dedicación para contarnos tu parte de la historia. Esto va marchando muy bien. ¡Un saludo!
ResponderEliminarMuchas gracias. Quería poner algo de historia en la novela. Me encanta la novela histórica, eso la hace más real. Me ha hecho mucha ilusión crearla.
EliminarUn besillo.
El capítulo es realmente espectacular. La referencia histórica a la caza de brujas realizada por el senador McCarthy ha sido francamente un acierto. ¿Sabes? Has recreado el estilo narrativo de una novela negra a la perfección, y la inclusión del tema Angel Eyes de Ella Fitzgerald ha sido maravillosa. Me he leído el capítulo escuchando la envolvente melodía.
ResponderEliminarBravo María.
Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. La verdad es que estaba inquieta. No sabía si lo iba a hacer bien. El bufete de abogados también es real. Me encanta que los libros tengan algo de histria en sus páginas. Los hacen más reales. Un besillo.
EliminarHola María.
ResponderEliminarMe encantó tu capitulo.
Has estudiado la época en que se desarrollan los sucesos y le has imprimido esa chispa y más misterio al caso.
Un abrazo.
Muchas gracias. Espero que también participes y le des tu toque a esta historia, que me parece tan emocionante. Un abrazo.
EliminarTengo que leer las tres partes, así que lo dejo para mediodía que tengo ma´s tiempo!
ResponderEliminarY te cuento qué tal.
Besos.
Ok cuando quieras. Aquí espero tu opinión. Un besillo.
EliminarA tus pies, María. Un capítulo sensacional en el que crecen trama, personajes, escenarios y situaciones clave. Un despliegue del abanico perfectamente estructurado y brillantemente narrado. Excelente.
ResponderEliminar¡Abrazo, Hermana de Letras!
Muchas gracias. La verdad es que lo he escrito con mucha ilusión. Un besillo.
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