8/10/15

Yo soy lujuria




                Me levanté en mitad de la noche contenta y excitada. Estaba soñando contigo. Me giré y ahí estabas tú, en los siete sueños. Parecías un bebé si no fuera por los ronquidos.


                Pensé en despertarte y proseguir con mi sueño, pasé mi mano por tu espalda medio tapada, un escalofrío recorrió tu cuerpo. Seguí tocándote despacio y suavemente, a ver sí te movías. Pero nada, sabía que estabas cansado, y que además al día siguiente te levantabas más temprano de lo habitual. Así que te dejé dormir, e intenté hacer lo mismo, rápido por sí mi sueño quería continuar por donde lo habíamos dejado.


                Por la mañana me levanté sin ningún recuerdo de aquel sueño. Intentaba acordarme, una sensación de vacío me quedaba por no poder saber que hacíamos, y mi imaginación voló. Llevé a los niños al cole y decidí desayunar contigo. Necesitaba verte, deseosa de estar contigo.


                Nos pedimos las tostadas, mientras me hablabas de algo del trabajo. No te escuchaba. Mi mente estaba nublada por completo. Te habías manchado de mantequilla los labios, y lejos de decírtelo, paseé mi lengua por mis labios, en el mismo sitio donde tú te habías manchado. Te paraste en seco y me miraste con esa sonrisa que solo tú y yo sabemos que significa. Me acerqué a ti y mordisqueé tu labio inferior. No me gusta la mantequilla, pero sí el sabor de tus labios.


                Tu mano se posó en mi muslo desnudo, hoy llevaba faldas, y el calor de septiembre aún no permitía llevar medias. Te dejé subir mientras besaba tus labios.


                Un carraspeo nos devolvió a la realidad. Tu compañero de trabajo estaba de pie delante de nosotros observando la escenita.


                - Tenemos que volver. La reunión empieza en cinco minutos.


                Te levantaste corriendo, me diste un beso rápido y me susurraste al oído.


                - Luego seguimos donde lo hemos dejado.


                Y ahí me quedé yo, esperando a una mano que nunca llegó, y mirando tu culo mientras se alejaba.


                La mañana me la pasé haciendo recados, pero todo me parecía sensual. Llegué al banco y me encontré a una chica muy mona coqueteando con su compañero. Bueno, lo que me parecía a mí coquetear. Una escena de papeles por el suelo y ellos dos subidos a la mesa, se dibujó en mi cabeza.


                Salí del banco con los colores pintados en mi cara. Tenía que dejar de hacerlo. No pensar en eso más. Hacía calor, así que paré a comprarme una botella de agua. Me senté en un banco y saqué mi abanico. Empecé a abanicarme y a empinarme la botella, y otra escena llegó a mi cabeza. Esta vez era yo la protagonista. Sentada en el banco, con las piernas abiertas, dejaba mi melena caer hacía atrás, mientras bebía de la botella y algunas gotas se derramaban por mi escote.


                Me levanté de un salto y seguí con los recados, tenía que parar, me estaba volviendo loca. La lujuria me estaba poseyendo.


                Me fui a casa a hacer la comida y a esperarte a ti y a los niños. Tú los recogías de camino a casa. Llegaste y me mordiste la oreja, me di la vuelta para besarte en la boca. Nuestras lenguas estaban deseosas de encontrarse con sus gemelas. Los niños entraron en la cocina, y tal como vino se fue.


                Empezamos a comer, yo te miraba como masticabas, me parecía erótica tu forma de comer. No podía quitarte los ojos de encima, y en más de una ocasión se me cayó la comida del tenedor. Lo peor fue cuando te cogiste una manzana de postre. Me imaginaba que era yo la que recibía aquellos bocados hambrientos, y no esa manzana verde, sin vida.


                Los niños no durmieron aquella tarde siesta, así que no pudimos estar ni un segundo solos. Te fuiste a trabajar y yo me los llevé al parque, necesitaban desfogar, y yo estar en un ambiente donde el deseo estuviera lo más alejado de mí. ¿Y qué mejor lugar que un parque? Lleno de niños correteando, llorando, y madres quejándose de sus maridos y de lo poco que ayudan en casa. Todo lo contrario a la lujuria.


                O eso pensaba yo, pero ese día todo me parecía erótico, miraba las hojas que empezaban a caer de los árboles y la sensualidad de su movimiento me desbordaba. Un hombre corriendo y sudoroso pasó por mi lado, y aunque no era mi tipo, me quedé mirando como caían las gotas de sudor por su cuerpo, y te vi allí, en nuestra cama, con las mismas gotas de sudor.


                Volvimos a casa, peor de lo que yo ya estaba. Bañé a los niños, hice la cena, y llegaste. Cenamos rápido, con la esperanza de que aquella noche se durmieran rápido. El cuento fue corto, el buenas noche fugaz. Cuando salí de la habitación de los niños, tú ya me esperabas desnudo en el pasillo. Me arrancaste las bragas y mientras nos besábamos como locos, en el silencio de la complicidad, saciamos nuestros deseos.


                Lo que vino después, queda entre la lujuria, tú y yo.

Envidia 


12 comentarios:

  1. Olé!
    Qué tensión sexual, y gracias a dIos, resuelta. Me estaba poniendo muy nerviosa.. digo...¿terminarán como se merece, no?
    Muy bueno.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, pues imaginate como estaba yo escribiéndolo, jajajaja.
      Por lo menos han tenido un gran final.
      Un besillo.

      Eliminar
  2. Hola María! He terminado de leer y me he quedado como una boba mirando a mi marido... ¡Qué erotismo, nena! Me encantó.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ya sabes, sí lo tienes cerca, ¡Ataca! Jajajaja.
      Un besillo.

      Eliminar
  3. Bueno, tal como anunciaba a medio camino de pecados, iba a llegar hasta el final. Y fíjate qué bien y qué curioso, el último ha sido la lujuria (se me viene a la mente cierto encuentro casual que tiene ese mimbre...no avanzo más jaja), y aunque se ha hecho derrogar, ha sido saciado. ¡Buen recorrido por los pecados capitales!

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ummm una pista de ese encuentro casual, me viene bien, jejeje.
      Muchas gracias.
      Un besillo.

      Eliminar
  4. Menudo día, pobrecita!! jajajaja. La lujuria queda perfectamente escenificada, todo se transformaba en trampolín para su desbocada imaginación... y al fin llegó el final de la espera y la satisfacción de todos sus deseos. Una historia que acaba muy bien, me ha gustado mucho (y seguro que a su marido también) ;)

    Besillos de jueves, María!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, sí le ha gustado a mi marido, aunque he de decir que no ha terminado de leerlo. Le quedó el final. A ver sí lo termina. Jejeje.
      La verdad es que la pobre pasó un mal día, pero tuvo su recompensa.
      Un besillo Hermana de Letras.

      Eliminar
  5. Buen relato descriptivo y con dilatados tintes de erotismo. Un día que desde la mañana a la noche no faltó lujuria y entretenimiento. Vaya! que los dos debieron disfrutar.

    Un abrazo María.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí por fin después de la larga espera, el disfrute llegó.
      Un besillo.

      Eliminar
  6. Que sufrimiento Maria, el que espera desespera, especialmente en esas lides. Anduve en tensión y leyendo esto tan provocador. Tendré que apelar a algún héroe que me ayude, oh! Y ahora quien podrá defenderme? XD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jijijiji, seguro que has encontrado a algún héroe que te pueda defender.
      Un besillo guapa.

      Eliminar

Deja tu huella. Me encantaría leerla.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.